“Hey ¿tú crees en la herencia de los genes? Digo, ya sé
que ahí están, pero no sé si piensas que en realidad esas cosas se heredan y
entonces uno sale disparado de la vagina con un cóctel de puras cosas que no
son tuyas. Te transmiten los mismos putos miedos y malignidades que te enseñan
a odiar. Llegas a aborrecerte por lo que tus cromosomas hicieron de ti. Si el
problema comienza por la sangre, yo tendría que estarme cortando las venas. Y
la verdad dudo mucho que mis familiares me hayan pasado el gen cancerígeno del
haxxorismo. Yo soy el único demonio digital de la estirpe.
Si de verdad mis genes son tan vulgares como sospecho, mi
problema está en mi propia esencia. Morbo. Ambición. Calentura. Ganas de
chingar gente por deporte. No te digo entonces que toda la vida he soñado con
ser un Sid Lord digital, para nada. Aunque la verdad tenía intereses muy afines
desde muy pequeño por supuesto, pero una cosa es preguntarte qué se sentirá que
te metas a una cuentita de correo de tu ex-novia, y otra ponerte a robar sus
fotos íntimas para un tercero, un pinche depravado, por una lana. No me
imaginaba que a los topos de la red les pagaran mucho, sino lo contrario: me
ponía bien honey imaginarme que les pagaban una mierda en dinero, pero que les
quedaban debiendo la vida entera, y les inspirabas miedo por lo que eras capaz
de llegar a obrar. Ni siquiera cien pinches pesos. Digamos que cincuenta, por
extraer y pasarle, directo de su laptop, el vídeo sexual de tu profesora
buenérrima de Arte a diecisiete puercos. Y que la cosa sea tan cochina que lo
vean todos directo en el cañón de uno de los salones de la Universidad. Ese
sería el orgasmo de la película: ver el harem de puercos aclamándote porque les
das porno amateur con tus dotes del byte. Tome usted sus cincuenta pesos y
réntese una puta de Tlalpan para bajarse la calentura. Igual entonces no me
daba cuenta de lo que hacía realmente, o no quería dármela, o me la daba y me
importaba poco, ya no sé, pero lo único que quería era seguir siendo un genio
desgraciado…”
(Charlando con un Gray Hat en la Campus Party 2014, Cómo
hackear a una mujer, Zapopan Jalisco, México; Junio 2014, Seguridad/Redes).